Max Verstappen, el rey de la velocidad de la Fórmula 1, ha arremetido contra el último movimiento de la FIA para silenciar a los pilotos en las ondas. El fogoso neerlandés ha criticado al organismo rector del deporte por su ridícula demanda de sanitizar las comunicaciones de radio del equipo, diciendo que los pilotos “no son niños de cinco años” y condenando los intentos de silenciar las expresiones naturales y llenas de adrenalina de los corredores en el calor de la batalla.
El impulso del presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, para restringir la transmisión de palabrotas, sugiriendo que la F1 necesita ser más como un aula pulcra y adecuada que el crudo y explosivo campo de batalla que es, ha dejado a Verstappen furioso. Ben Sulayem, aparentemente más preocupado por los sentimientos de los espectadores que por la esencia cruda del deporte, comparó de manera extraña la F1 con la música rap, implicando que los pilotos deben ser modelos a seguir en todo momento, incluso cuando luchan a toda velocidad a 200 mph.
Pero Verstappen, que nunca se contiene, respondió con su propia crítica aguda: “¿De qué estamos hablando aquí? Si no quieres escuchar la realidad de las carreras, ¡entonces tal vez simplemente no lo transmitas!” Max señaló lo obvio: los deportes son emocionales, los atletas se calientan, y la cabina de un F1 no es un lugar para palabras edulcoradas. Es un lugar donde las pasiones explotan y los pilotos superan sus límites.
Max fue implacable, desestimando la idea de vigilar el lenguaje de los pilotos como una tontería. Ridiculizó la noción de prohibir los expletivos comunes, enfatizando que lo que realmente necesita arreglarse no son las expresiones crudas de los pilotos, sino la decisión de transmitirlas en primer lugar. Se burló de la idea de que los niños que ven la F1 están siendo de alguna manera corrompidos, afirmando de manera contundente que ninguna cantidad de censura evitaría que los jóvenes aficionados eventualmente aprendieran esas mismas palabras en el patio de recreo.
“¿Por qué actuar como si maldecir fuera un escándalo? Esto es F1, no jardín de infancia,” rugió Verstappen. Él es firme en que el verdadero problema no está en la cabina, sino en las decisiones de la FOM. “Les encanta mostrar cada pequeño detalle y luego se molestan por ello,” bromeó. El mensaje de Verstappen era claro: dejemos que los corredores sean corredores y dejemos de intentar sanitizar el deporte en algo que no es.