Una tormenta de controversia ha estallado en el ámbito político con el inminente lanzamiento de un nuevo libro del veterano periodista de Watergate Bob Woodward, titulado Guerra. El libro alega que el ex presidente Donald Trump despachó en secreto máquinas de prueba de Covid-19 codiciadas al presidente ruso Vladimir Putin durante un período de escasez severa. Esta sorprendente afirmación ha sido recibida con feroces negativas por parte de la campaña de Trump, encendiendo una nueva ola de debate sobre la enigmática relación de Trump con el Kremlin.
Según extractos reportados por los medios estadounidenses, el libro de Woodward también postula que Trump ha mantenido comunicaciones clandestinas con Putin desde que dejó el cargo. En una contundente refutación, Trump desestimó a Woodward como “un narrador. Uno malo. Y ha perdido la cabeza,” mientras que la campaña de Trump calificó las afirmaciones como “historias inventadas” que no merecen consideración seria. El portavoz Steven Cheung fue más allá, ridiculizando el libro como apto solo para el “cesto de gangas de la sección de ficción de una librería de descuento o usado como papel higiénico.”
El libro, que saldrá a la venta la próxima semana, fundamenta sus alegaciones en las palabras de un asistente anónimo de Trump que supuestamente afirmó que Trump y Putin han hablado varias veces desde enero de 2021. Una anécdota particularmente reveladora describe cómo se ordenó a un asistente salir de la oficina de Trump en Mar-a-Lago para que Trump pudiera recibir una llamada de Putin. Se cita al asistente diciendo que los dos pueden haberse conectado hasta seis veces desde que terminó la presidencia de Trump.
Sin embargo, el Kremlin ha negado categóricamente cualquier comunicación entre los dos líderes, poniendo en duda la veracidad de las afirmaciones del asistente. El propio Woodward reconoció en su informe que no podía verificar de manera independiente las afirmaciones del asistente, y otras fuentes que consultó también desconocían cualquier contacto post-presidencial entre Trump y Putin.
Las alegaciones en War han reavivado el escrutinio sobre los lazos de Trump con Rusia, un tema que ha perseguido su carrera política durante mucho tiempo. Justo unas semanas antes de las cruciales elecciones del 5 de noviembre, estas revelaciones plantean nuevas preguntas sobre si Trump alguna vez ha coludido con Rusia, a pesar de una investigación previa del Departamento de Justicia que no encontró evidencia de mala conducta por parte de Trump.
Además, el libro de Woodward no rehuye examinar las implicaciones más amplias de la presidencia de Trump en conflictos extranjeros y el actual clima político amargo en EE. UU. Incluso ofrece reflexiones sinceras del presidente Joe Biden sobre sus propios errores, incluida su elección de Merrick Garland como fiscal general—una decisión de la que supuestamente se arrepintió a la luz de la prosecución en curso de su hijo, Hunter Biden.
A medida que el panorama político se calienta, las revelaciones de Woodward prometen amplificar el debate en curso sobre el legado de Trump y su enigmática conexión con Putin. Las apuestas son indudablemente altas, y a medida que América se prepara para las elecciones, el drama en desarrollo seguramente captará la atención de la nación.
En este ambiente cargado, una pregunta se cierne: ¿cómo remodelarán estas alegaciones el campo de batalla político justo días antes de que los votantes acudan a las urnas?