La relación de montaña rusa de Rory McIlroy con la victoria ha pasado de los greens a la escena política. La semana pasada, el ex presidente del RNC Reince Priebus hizo una broma juguetona sobre el golfista norirlandés, diciendo: “Ella fracasó como Rory [McIlroy] en el U.S. Open”, en una crítica a la vicepresidenta Kamala Harris durante la mesa redonda de ABC This Week. Las redes sociales estallaron, riéndose del nuevo, aunque no intencionado, papel de McIlroy en la política estadounidense.
Para los aficionados al golf, el humor tiene un matiz agridulce. En el U.S. Open 2024, McIlroy se encontró al borde de poner fin a una sequía de grandes torneos de una década. Jugando en Pinehurst No. 2, llegó al green 18 en posición de forzar un desempate contra Bryson DeChambeau. Pero con un bogey en su cuarto golpe, su oportunidad se desvaneció mientras DeChambeau embocaba su putt. En la sala de televisión, el rostro de McIlroy lo decía todo. Más tarde lo llamó el “día más difícil” de su carrera.
Este desamor está lejos de ser aislado. En su querido Irish Open este año, McIlroy tuvo una ventaja de 54 hoyos, con los aficionados emocionados mientras se acercaba al green final en Royal County Down. Necesitaba un putt de águila de 10 pies para asegurar una victoria en casa—pero un giro brutal desvió la bola, sumando otro marcador a la historia de casi-victorias de McIlroy. “Desafortunadamente, me estoy acostumbrando a esto este año”, admitió después, un recordatorio de que incluso la ventaja de jugar en casa no garantiza la victoria.
Las luchas de McIlroy en el green van más allá de los torneos profesionales. En los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, compitió por el bronce, empatando en un desempate de siete jugadores. Tras sobrevivir las dos primeras rondas, cayó en la tercera, perdiendo por poco la oportunidad de llevar una medalla olímpica a casa. “Nunca he trabajado tanto en mi vida para terminar tercero,” confesó, esperando un regreso en París en 2024 que también, desgarradoramente, terminó en quinto lugar.
En 2009, un McIlroy de 20 años irrumpió en el DP World Tour con una victoria en el Dubai Desert Classic. Más de una década después, en 2022, estaba a punto de ganar su tercer título en el Classic con solo un birdie, pero su último tiro cayó en un estanque cerca del green 18, dejándolo con un bogey y sin desempate. Visiblemente furioso, salió furioso, aunque logró reclamar dos títulos más del Desert Classic para 2024.
La reputación de “choker” de Rory, argumentan muchos, comenzó en 2010. Un putt fallido en el hoyo 72 le costó un desempate en el PGA Championship, a pesar de que logró su tan esperado triunfo en un major al año siguiente. A pesar de estas fallas, el legado de McIlroy perdura como una de las figuras más dedicadas del golf, mostrando su tenacidad en todo momento. Con otra oportunidad en un major en cinco meses, la pregunta candente es, ¿puede finalmente conquistar la maldición del domingo?