En un torneo que se sintió más como un scramble de fin de semana que como un evento del PGA Tour, el Black Desert Championship convirtió a la élite del golf en amateurs, con bolas perdidas, decisiones a montones y jugadores luchando a través de roughs cubiertos de rocas de lava. El áspero campo de Utah llevó a los profesionales al límite, con un asombroso total de 201 decisiones oficiales a lo largo de cuatro rondas, gracias a los implacables campos de lava que tragaban bolas en cada esquina. En comparación, el Valero Texas Open 2024 solo necesitó 60 decisiones a lo largo de todo su fin de semana.
Mientras algunos jugadores encontraban humor en el caos, Matt McCarty aprovechó la situación, logrando llevarse la victoria, ayudado por un afortunado drop libre de una posición injugable el sábado. Para McCarty, la precisión fue clave, ya que se ubicó en el top 10 en las métricas de Strokes Gained, cimentando la noción de que este no era un campo para la estrategia de bombear y desgastar. A los aficionados les encantó el revuelo, ya que las rocas de lava y la flora del desierto se convirtieron en parte del espectáculo. Las redes sociales se llenaron de alegría, con comentarios como: “No puedes sacar la bola de la roca de lava y hacer un birdie” y “¡Esta es la carnicería que queremos!” resonando la satisfacción de ver a los profesionales luchar con el “golf real”.
Un aficionado bromeó: “Boohoo… perdí mi bola… bienvenidos al golf regular como el resto de nosotros.” Otro señaló el cambio en el paisaje: “Lo mismo con los cactus y las serpientes de cascabel… simplemente sacrificas tu bola a los dioses del golf.” Este áspero campo llevó un evento promedio del PGA Tour a nuevos extremos, donde los grandes golpeadores no tenían la ventaja. Solo uno de los cinco conductores más largos logró entrar en el top 15, mientras que los expertos en precisión se dispararon a la cima de la tabla de líderes.
Mientras los críticos se preguntan si la PGA regresará a este terreno desértico, los aficionados se quedaron con historias y risas sobre un torneo donde la precisión del golpe, no la potencia, era la reina. Patrick Fishburn lo capturó mejor, diciendo: “Es un gran diseño. Recompensa un buen golpe y castiga uno malo.” Para los aficionados al golf, el Campeonato del Desierto Negro fue una dosis bienvenida de locura “regular” del golf de la que hablarán durante años.