Elon Musk, el visionario detrás de SpaceX y Tesla, se ha hecho un nombre al empujar los límites tecnológicos, pero su reciente giro hacia la defensa política abierta, notablemente alineándose con el ex presidente Donald Trump, puede estar socavando su reputación — y sus intereses comerciales. La presencia de Musk en un mitin de Trump, declarándose «Dark MAGA», y utilizando su plataforma para difundir información errónea controvertida sobre huracanes contra los demócratas, ha difuminado la línea entre Musk como un magnate tecnológico y como una figura política.
A pesar de la gran victoria de SpaceX esta semana con el exitoso lanzamiento y captura en el aire del cohete propulsor más grande del mundo, las acciones políticas de Musk están causando fricción. La Comisión Costera de California, citando la conducta política de Musk, bloqueó la expansión del lanzamiento de SpaceX en la Base de la Fuerza Aérea Vandenberg, mientras que SpaceX evitó por poco un retraso en su último lanzamiento de Starship debido a problemas no resueltos con la licencia de la Administración Federal de Aviación.
La alianza de Musk con Trump también está añadiendo incertidumbre a su base financiera. Mientras busca contratos federales para ambiciosas misiones espaciales a la Luna y Marte, sus empresas ya están sintiendo el impacto del escepticismo de los inversores. El nuevo prototipo de robotaxi de Musk no logró impresionar a Wall Street, reduciendo la valoración de Tesla en asombrosos $68 mil millones. Los analistas ahora se preguntan si las ambiciones políticas de Musk son una distracción costosa de su visión más amplia para Tesla y SpaceX.