La Armada Rusa, una vez una presencia formidable en el Mar Negro, ha sido efectivamente eliminada de la costa de Crimea, marcando una victoria decisiva para Ucrania en el conflicto en curso. En una hazaña estratégica que habría parecido inimaginable al inicio de la guerra, el Pentágono ha confirmado que las fuerzas navales rusas han sido despejadas de las aguas cercanas a Crimea, privándolas de la capacidad de lanzar ataques con misiles o llevar a cabo asaltos anfibios.
Lo que hace que este logro sea aún más notable es que en los primeros días de la guerra entre Rusia y Ucrania, Rusia pudo llevar a cabo un masivo asalto anfibio cerca de Odessa. Ese ataque ahora parece un recuerdo lejano, ya que no ha habido una sola amenaza anfibia creíble por parte de Rusia en la región desde entonces. La brillantez táctica de Ucrania ha neutralizado la una vez poderosa Flota del Mar Negro, destruyendo supuestamente casi la mitad de los buques de guerra de Rusia, incluidos hasta 15 barcos, según un ensayo académico de The Conversation.
La drástica reducción de las capacidades navales de Rusia se ha atribuido a varios factores clave. El uso de misiles antibuque de lanzamiento terrestre por parte de Ucrania, junto con el despliegue de drones de superficie no tripulados, ha cambiado las reglas del juego. Estos barcos drones, que han estado patrullando las aguas frente a Crimea, han permitido a Ucrania llevar a cabo operaciones de ataque de alta precisión y alto riesgo sin poner en peligro vidas humanas. Al maniobrar más cerca de los buques rusos de lo que podrían hacerlo los sensores tradicionales, estos drones proporcionaron datos de puntería críticos, permitiendo a las fuerzas ucranianas realizar ataques de precisión sobre los buques de guerra rusos.
Este enfoque probablemente involucró una compleja red de recopilación de inteligencia y comunicación en tiempo real. Los barcos drones ucranianos, operando de manera autónoma o en coordinación con satélites, centros de comando en tierra y aviones de vigilancia, podrían transmitir información crucial sobre los movimientos de los barcos rusos, permitiendo a Ucrania mantener el control sobre las aguas en disputa.
La destrucción de los activos navales de Rusia en el Mar Negro no solo ha neutralizado una amenaza importante, sino que también ha proporcionado una protección crítica para las ciudades costeras de Ucrania, como Odessa. Sin la capacidad de lanzar asaltos anfibios o ataques con misiles desde el mar, las fuerzas rusas se han visto obligadas a depender de ataques terrestres, los cuales han encontrado una feroz resistencia ucraniana.
Este revés naval es un aspecto menos publicitado, pero profundamente significativo de la guerra. Mientras que mucha atención se ha centrado en las batallas en tierra, la neutralización del poder naval de Rusia en el Mar Negro ha sido un cambio de juego para Ucrania, reduciendo drásticamente la amenaza a sus áreas costeras y obstaculizando la capacidad de Rusia para proyectar poder desde el mar. Los primeros días de la guerra, cuando se esperaba que Rusia dominara con sus fuerzas navales superiores, ahora contrastan marcadamente con el presente, donde esas mismas fuerzas han sido diezmadas y expulsadas de la región por completo.
Para Rusia, la pérdida de su flota del Mar Negro es una pesadilla estratégica, mientras que para Ucrania, es un símbolo de resiliencia y brillantez táctica. La confirmación del Pentágono de que la Armada rusa ha sido «eliminada» de las aguas de Crimea señala un cambio pivotal en el equilibrio de poder en la región, uno que puede tener implicaciones duraderas a medida que la guerra continúa.