El programa de armas hipersónicas de China ha generado una grave preocupación a nivel mundial, especialmente con su misil DF-17, que se promociona como un «asesino de portaaviones». La capacidad del DF-17 para alcanzar velocidades de hasta Mach 10—diez veces la velocidad del sonido—y sus capacidades de maniobra guiada con precisión representan una amenaza sin precedentes para las fuerzas navales, particularmente para los portaaviones de la Marina de los EE. UU. estacionados a casi 1,000 millas de la costa.
Los desafíos tecnológicos para crear un misil hipersónico de este tipo son inmensos. No se trata solo de velocidad; integrar la guía de precisión y la maniobrabilidad a estas velocidades es una hazaña de ingeniería significativa. Los medios chinos a menudo alardean de su potencia militar, pero si el DF-17 puede cumplir plenamente con estas afirmaciones sigue siendo objeto de debate. Lo que es cierto, sin embargo, es que el potencial del misil para golpear objetivos con precisión a tales velocidades extremas ha encendido alarmas en el Pentágono.
Un informe del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) subraya la seriedad de la amenaza del DF-17. Según el CSIS, el DF-17 ha demostrado una precisión notable en pruebas, reportándose que impacta objetivos estáticos dentro de metros. Funcionarios de defensa de EE. UU. también han señalado la capacidad del misil para realizar «maniobras extremas» durante los vuelos de prueba, lo que sugiere su habilidad para evadir sistemas de defensa de misiles tradicionales.
Pero golpear objetivos estacionarios y eliminar buques navales de alta velocidad son dos desafíos completamente diferentes. El éxito de las pruebas del DF-17 contra objetivos estacionarios no se traduce necesariamente en una capacidad para destruir portaaviones u otros barcos navales, que están en constante movimiento y equipados con defensas avanzadas. Para contrarrestar tal amenaza, EE. UU. ya está trabajando en mejoras de armas hipersónicas, enfocándose en una mayor maniobrabilidad y precisión contra objetivos en movimiento, una capacidad que el DF-17 de China puede no poseer aún.
La velocidad de misiles hipersónicos como el DF-17 es un factor crítico. Un misil que viaja a Mach 10 le da a los defensores solo segundos para reaccionar. Si un misil carece de velocidad hipersónica, es mucho más fácil para los sensores de múltiples dominios, contramedidas y defensas de barcos detectar, rastrear y neutralizar la amenaza. Pero a velocidades hipersónicas, esta tarea se vuelve exponencialmente más difícil, convirtiendo el tiempo en el arma definitiva.
Aun así, la Marina de EE. UU. no se está quedando de brazos cruzados. En respuesta a la creciente amenaza de misiles hipersónicos, la Marina ha estado avanzando rápidamente en sus sistemas defensivos. Esto incluye nueva guerra electrónica (EW) de interferencia, armas láser y sistemas de radar más potentes. También se están desarrollando interceptores de mayor alcance para mejorar las posibilidades de destruir un misil hipersónico entrante antes de que pueda impactar.
Uno de los avances más prometedores es el despliegue de Satélites en Órbita Terrestre Media y Baja, que permiten el seguimiento continuo de un misil a medida que transita entre campos de radar. Esta capacidad es especialmente crucial para rastrear misiles hipersónicos como el DF-17, que se mueven tan rápido que los sistemas de radar tradicionales tienen dificultades para seguirles el ritmo. Al establecer un seguimiento ininterrumpido de la trayectoria del misil, nuevos sistemas como el Sensor Espacial de Seguimiento Hipersónico y Balístico (HBTSS) ofrecen esperanza para mejorar la capacidad del ejército de EE. UU. para defenderse contra amenazas hipersónicas.
En conclusión, aunque el DF-17 de China representa una nueva amenaza seria para las fuerzas navales de EE. UU., particularmente por su velocidad hipersónica y su potencial precisión, el desafío de golpear objetivos en movimiento como los portaaviones sigue siendo un obstáculo significativo. Mientras tanto, EE. UU. está invirtiendo fuertemente en nuevas defensas para asegurar que sus barcos permanezcan protegidos en un escenario global cada vez más peligroso. Ya sea que el DF-17 sea realmente un cambio de juego o simplemente otra arma en una carrera armamentista en rápida evolución, una cosa es clara: la amenaza hipersónica es real, y ambas partes están compitiendo para mantenerse a la vanguardia.