La semana de Alex Bowman no podría haber sido peor, pasando de ser un contendiente en los playoffs a ver cómo sus sueños de campeonato de NASCAR se desmoronaban de manera espectacular. Hace solo dos semanas, Bowman celebraba junto a sus compañeros de Hendrick Motorsports, creyendo que habían asegurado cuatro de los ocho lugares semifinales. Luego vino el golpe aplastante: el auto de Bowman no cumplió con las pautas de peso, descalificándolo y eliminándolo de los playoffs, un descubrimiento que hizo mientras navegaba por las redes sociales en casa.
En un ataque de frustración, Bowman arrojó su teléfono a su piscina, lo que provocó una respuesta de emergencia, ya que sus configuraciones marcaron la acción como un posible peligro. La penalización de 20 puntos sacó a Bowman de los playoffs, con el último lugar yendo a Joey Logano, quien pensó que él estaba fuera—hasta que la mala suerte de Bowman le dio una segunda oportunidad.
Para añadir más al desastre, Bowman tuvo que lidiar con una ventana rota en su auto y un techo con goteras, todo mientras defendía su lugar con Hendrick Motorsports y su patrocinador, Ally. A pesar de un respetable quinto lugar en Las Vegas, Bowman solo pudo ver cómo Logano ganaba la carrera y se convertía en el primer piloto en avanzar a la carrera por el campeonato en Phoenix Raceway—un giro aplastante del destino para el nativo de Arizona, quien había estado esperando dejar su huella en su pista local.
Mientras Logano celebra su oportunidad de conseguir un tercer título de la Copa, Bowman enfrenta un final amargo en su temporada. “Algunas cosas en la vida, no las superas”, dijo, reflexionando sobre su descalificación. Para Bowman, esta semana será una que no olvidará pronto.