A medida que Ucrania continúa luchando contra la brutal invasión de Rusia, una cosa está clara: Estados Unidos tiene la clave para poner fin a esta devastadora guerra. Mientras que el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky ha empujado incansablemente su plan de victoria hacia Occidente, la administración Biden ha mostrado poco entusiasmo por tomar las riendas. Sin embargo, esta renuencia corre el riesgo de prolongar la destrucción de la guerra, con la integridad territorial de Ucrania y las vidas civiles en juego.
La guerra no se trata solo de la supervivencia de Ucrania. Es una lucha geopolítica más amplia entre Rusia y Occidente sobre el futuro de la seguridad europea. Las ambiciones del presidente ruso Vladimir Putin van más allá del suelo ucraniano; quiere debilitar a la OTAN y desafiar el orden internacional liderado por Occidente. Desde el punto de vista de Moscú, EE. UU. es el jugador principal en este conflicto, y la participación de Washington es crítica para resolver no solo la guerra en Ucrania, sino también las preocupaciones de seguridad más amplias en Europa.
Por qué el papel de Washington es crucial
El objetivo de Putin siempre ha sido claro: disminuir la influencia de la OTAN y afirmar a Rusia como una gran potencia en el escenario global. Si bien el Kremlin puede estar equivocado sobre las intenciones de EE. UU., tiene razón al ver a Estados Unidos como el actor esencial en cualquier resolución significativa. Como garante de la seguridad de Europa, Washington tiene el poder de cambiar el equilibrio de seguridad en el continente y acomodar o resistir las ambiciones de Rusia.
Estados Unidos no puede permanecer al margen. Las negociaciones directas entre EE. UU. y Rusia son esenciales para poner fin a la guerra. Sin embargo, deben formar parte de un esfuerzo diplomático más amplio que involucre a Ucrania, aliados europeos y posiblemente incluso potencias no europeas como China, que podrían actuar como garantes de cualquier acuerdo final.
Una Guerra de Desgaste: ¿Qué está en juego?
La actual estrategia de EE. UU. de apoyar militarmente a Ucrania mientras evita negociaciones directas con Rusia tiene sus límites. Si bien Washington está ayudando a Ucrania a fortalecer su posición en el campo de batalla, también está prolongando la guerra. Cada día de este conflicto trae más pérdida de vidas, propiedades y potencialmente territorio para Ucrania.
Para romper el estancamiento, EE. UU. necesita redefinir cómo se ve la victoria. En lugar de un enfoque de todo o nada que se centra en que Ucrania recupere cada pulgada de su territorio, Washington debería enfocarse en asegurar que Ucrania siga siendo un estado independiente y soberano firmemente integrado en la comunidad euroatlántica. Esto puede requerir aceptar que parte del territorio permanecerá bajo control ruso, pero preservar la soberanía ucraniana es la victoria estratégica definitiva que evita que Rusia someta completamente al país.
¿Qué sigue para el liderazgo de EE. UU.?
Dado los riesgos, el papel de Estados Unidos es más importante que nunca. Sin la disposición de EE. UU. para liderar y participar en negociaciones directas con Rusia, la guerra continuará, y Ucrania seguirá sufriendo. La administración Biden ha dudado en otorgar cualquier legitimidad a Rusia al involucrarse directamente con Putin, temiendo que podría enviar el mensaje equivocado sobre recompensar la agresión. Pero sin estas conversaciones, el costo de la guerra solo aumentará.
Es hora de que EE. UU. tome la iniciativa y redefina el éxito en la mesa de negociaciones. Una victoria parcial—una que preserve una Ucrania libre, incluso a costa de tierras perdidas—es mucho mejor que una guerra prolongada con consecuencias devastadoras tanto para Ucrania como para la estabilidad global. Si bien la administración actual puede no tener el capital político para emprender este cambio, es una tarea que el próximo liderazgo de EE. UU. debe priorizar.
Al final, el liderazgo de América es el único camino para poner fin a la guerra y asegurar una paz duradera, aunque imperfecta.