La agencia de vigilancia nuclear de las Naciones Unidas, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), está bajo fuego tras revelaciones de que financió proyectos de investigación rusos realizados en Crimea, un territorio ucraniano ilegalmente anexionado por Rusia en 2014. A pesar de la postura oficial de la ONU de que Crimea sigue siendo parte de Ucrania, la AIEA supuestamente firmó contratos con instituciones científicas rusas para trabajos de campo en la región, lo que provocó críticas feroces de Ucrania y sus aliados.
Entre 2016 y 2019, la AIEA financió al menos dos proyectos de investigación que involucraban estudios realizados en Sebastopol, Crimea. Uno de esos contratos, con el Instituto Conjunto de Investigación Nuclear de Rusia, se centró en las tendencias de contaminación en «áreas costeras rusas del Mar Negro», incluida Crimea. Los críticos argumentan que esto legitima tácitamente la ocupación rusa de la península, socavando la soberanía de Ucrania.
La AIEA defendió sus acciones, afirmando que los proyectos eran de una «naturaleza puramente técnica» y no alteraban su reconocimiento de Crimea como parte de Ucrania. Sin embargo, los funcionarios ucranianos condenaron la medida, acusando a la agencia de violar su integridad territorial.
A medida que la comunidad global reacciona a estas revelaciones, la controversia plantea preguntas sobre el papel diplomático de la AIEA y si su involucramiento en Crimea arriesga complicar aún más los esfuerzos internacionales para mantener la presión sobre Rusia por su ocupación ilegal del territorio ucraniano.