«Donald Trump es un peligro para la democracia, y no podemos permitirnos darle una segunda oportunidad.» Con esas palabras incendiarias, Kamala Harris se está preparando para lanzar su golpe decisivo contra el ex presidente en un movimiento simbólicamente impactante. Justo días antes del Día de las Elecciones, Harris se presentará en The Ellipse, el mismo lugar donde Trump encendió a sus seguidores antes del violento ataque al Capitolio del 6 de enero, para hacer su argumento más poderoso hasta ahora: Trump no es apto para el cargo y nunca debe regresar.
Este movimiento audaz y dramático marca la culminación de una campaña que ha pasado de ser optimista a urgente. Harris, quien alguna vez habló de “alegría” en la campaña, ahora está enfocada con láser en retratar a Donald Trump como una amenaza directa para el futuro de América. Su equipo ha coreografiado este momento con precisión, estableciendo su argumento final contra el telón de fondo de uno de los días más oscuros en la historia reciente de EE. UU.
Harris pronunciará sus palabras en el mismo lugar donde Trump una vez dijo a sus seguidores que “detuvieran el robo”, un grito de guerra que llevó a la violenta toma del Capitolio, dejando a múltiples personas muertas, decenas de oficiales heridos y la democracia pendiendo de un hilo. Al elegir esta ubicación tan cargada de emociones, Harris no solo está criticando a Trump—está organizando un enfrentamiento político diseñado para exponerlo como un peligro para los valores fundamentales de la nación.
Pero Harris no está sola en esta lucha. Ha contado con el respaldo de destacados republicanos anti-Trump, incluyendo a Liz Cheney y Adam Kinzinger, quienes han sonado la alarma repetidamente sobre los peligros de la retórica y las acciones de Trump. Estos exinsiders del GOP, que ambos sirvieron en el Comité de la Cámara del 6 de enero, han puesto en juego sus reputaciones para respaldar el mensaje de Harris: Trump no puede ser confiado con la presidencia.
Sus últimos discursos se han centrado en las revelaciones explosivas de John Kelly—la sorprendente admisión del exjefe de personal de la Casa Blanca de que Trump alguna vez alabó a Adolf Hitler y expresó simpatías fascistas. Harris no ha perdido tiempo en entrelazar estas afirmaciones en su narrativa, advirtiendo que un segundo mandato de Trump podría llevar al desmoronamiento de las instituciones democráticas tal como las conocemos.
El enfrentamiento está programado para llevarse a cabo justo una semana antes del Día de las Elecciones, mientras los votantes de todo el país toman sus decisiones finales. Harris está apostando fuerte por el simbolismo de este momento. Está buscando consolidar en la mente de los votantes que las apuestas no podrían ser más altas: esta elección no se trata solo de política—se trata de la supervivencia de la democracia.
A medida que Trump continúa cortejando a su base leal, Harris se está preparando para una colisión frontal que podría definir el resultado de las elecciones de 2024. En este enfrentamiento de altas apuestas, una cosa es clara: Harris va por Trump, y está lista para dar el golpe final.