Datos de encuestas recientes revelan que el 42% de los partidarios de Donald Trump están convencidos de que las próximas elecciones presidenciales en EE. UU. no se llevarán a cabo de manera justa, mientras Trump amplifica sus afirmaciones de fraude electoral, instando a su base a “Inundar el Voto”. Con el Día de las Elecciones a la vuelta de la esquina, este sentimiento contrasta marcadamente con el de los partidarios de Kamala Harris, el 90% de los cuales expresa confianza en unas elecciones bien gestionadas.
Mientras el Comité Nacional Republicano patrocina la campaña “Inundar el Voto” de Trump, el mensaje en video del ex presidente insta a sus seguidores a “inundarlos con votos” para prevenir un supuesto amaño por parte de los demócratas. La retórica de Trump sostiene que la única forma en que los demócratas ganan es a través del engaño, un estribillo que utilizó por primera vez en 2016 y que ha repetido desde entonces. En recientes mítines, Trump ha insistido: “Tenemos que tener una victoria aplastante porque hacen trampa tanto”.
La encuesta del Pew Research Center realizada del 30 de septiembre al 6 de octubre encuestó a 4,025 votantes, mostrando profundas divisiones en la confianza a través de las líneas partidarias. Mientras el 85% de los partidarios de Harris creen que las boletas por correo se contarán con precisión, solo el 38% de los partidarios de Trump está de acuerdo. Los partidarios de Trump también expresan dudas sobre si surgirá un ganador claro después de contar los votos, con solo un 58% de confianza en comparación con el 85% de los respaldadores de Harris.
Notablemente, los partidarios de Trump tienen más fe en la imparcialidad de la Corte Suprema si esta maneja disputas electorales: el 34% expresa confianza en la neutralidad en comparación con solo el 6% de los partidarios de Harris. La inclinación conservadora de la corte, con seis jueces nombrados por presidentes republicanos, probablemente moldea esta opinión.
Estos últimos datos destacan una polarización en la fe en los procesos democráticos de EE. UU., una situación intensificada por la negativa de Trump a comprometerse a aceptar los resultados electorales. Esta renuencia, junto con las persistentes afirmaciones de fraude, plantea preguntas: ¿Influirán estas profundas divisiones en la participación electoral, o erosionarán aún más la fe en la integridad electoral de América?