El ejército israelí está reafirmando su afirmación de que Hezbollah está almacenando efectivo, equipo y posiblemente armas debajo del Hospital Sahel de Beirut, en el distrito de Dahiyeh, que ha sido fuertemente bombardeado en Líbano. El portavoz del ejército israelí, Avichay Adraee, publicó un video alegando que una “pared sospechosa” dentro del hospital sirve como entrada a un búnker—una acusación que funcionarios libaneses y medios internacionales han cuestionado ampliamente. Los periodistas que visitaron el lugar informan que no hay evidencia de una red subterránea de Hezbollah, lo que genera dudas sobre las afirmaciones de Israel y alimenta el escepticismo internacional.
Esta no es la primera vez que Israel señala supuestas actividades militantes en instalaciones médicas. Se han utilizado afirmaciones similares para justificar ataques a hospitales en Gaza, lo que ha provocado un intenso debate global sobre la protección de sitios civiles durante operaciones militares. Los grupos de derechos humanos han advertido repetidamente sobre la posibilidad de atacar hospitales, citando violaciones del derecho humanitario y el severo costo humanitario que dichos ataques conllevan. Pero Israel sostiene que Hezbollah explota la infraestructura civil, desde escuelas hasta hospitales, como cobertura para sus operaciones, dejando a Israel con lo que llama “sin opción” más que atacar.
La persistencia de Israel en atacar supuestos bastiones militantes dentro de sitios médicos está avivando críticas de organismos internacionales de vigilancia, que argumentan que atacar la infraestructura de salud corre el riesgo de escalar el conflicto y poner en peligro a los civiles. A medida que aumentan las tensiones, el mundo observa de cerca, consciente de que la región está al borde de hostilidades más amplias. Este último conflicto sobre el hospital de Líbano refuerza el delicado equilibrio entre las medidas de seguridad y la protección de los civiles, dejando a los líderes mundiales en alerta máxima.