En la cumbre de BRICS 2024 en Kazán, Vladimir Putin lidera un esfuerzo ambicioso para posicionar a BRICS como una contrafuerza al orden global liderado por Occidente. Acompañado de poderosos aliados, incluyendo a Xi Jinping de China y Narendra Modi de India, Putin busca forjar lazos económicos que eviten la influencia de Occidente. La cumbre atrajo a 36 naciones, con Putin enfatizando objetivos como una nueva red de pagos para desafiar a SWIFT y fortalecer la independencia económica entre las naciones de BRICS. Para Putin, este encuentro no solo es un éxito diplomático, sino también una respuesta a los esfuerzos liderados por EE. UU. para aislar a Rusia por sus acciones en Ucrania.
La reunión entre Putin y Xi fue especialmente notable, destacando una relación estratégica destinada a solidificar una visión compartida para la influencia global. “Nuestra cooperación multifacética es igual y mutuamente beneficiosa”, comentó Putin, subrayando una asociación que considera un modelo para las relaciones internacionales, en marcado contraste con las alianzas occidentales fracturadas que critica. La expansión de BRICS y sus alternativas económicas en fortalecimiento señalan una creciente alianza entre países que buscan autonomía de los sistemas financieros y sanciones de EE. UU., posicionando a BRICS como un serio contendiente económico y político global.
La influencia de China en BRICS y sus crecientes lazos con Rusia han generado preocupación entre los responsables políticos occidentales, quienes ven las ambiciones del grupo como un desafío al sistema “basado en reglas” de larga data. La potencial red de pagos alternativa de BRICS está destinada a eludir sanciones, convirtiéndola en un desafío directo al poder económico de Occidente. Además, el énfasis de Putin en la solidaridad del Sur Global ha atraído a naciones frustradas por el dominio occidental, potencialmente expandiendo aún más el alcance de BRICS.
Para los EE. UU. y sus aliados, la visión de Putin para BRICS plantea preguntas urgentes. A medida que BRICS persigue políticas que reducen la influencia occidental, está surgiendo un cambio de poder global. La cumbre de Kazan ha señalado efectivamente que la Rusia de Putin, marginada por las potencias occidentales, no solo es resistente, sino que está reafirmando su influencia en el Este—un cambio que puede remodelar la geopolítica de maneras que Occidente ya no puede ignorar.