Los soldados rusos están supuestamente indignados ya que los reclutas norcoreanos llegan a las líneas del frente de Ucrania, generando confusión y tensando los ya sobrecargados recursos militares de Rusia. Una llamada telefónica interceptada reveló la frustración de un soldado ruso con los “malditos chinos”, subrayando los problemas culturales y logísticos que obstaculizan los prometidos refuerzos de Pyongyang. La inusual alianza militar, forjada por Putin y Kim Jong-un, parece estar creando caos en lugar de fortalecer la defensa de Rusia.
Los analistas sugieren que la dependencia de Moscú en tropas norcoreanas señala tensiones más profundas dentro de las filas militares rusas. Las fuerzas rusas están lidiando con la incorporación de nuevos soldados que hablan poco ruso, carecen de familiaridad con el terreno de combate y traen un conjunto de habilidades limitado adaptado para misiones defensivas. Los comandantes rusos ahora enfrentan la carga adicional de entrenar y gestionar a los reclutas en medio de los continuos contraataques ucranianos y la baja moral dentro de sus propias fuerzas.
Para Corea del Norte, esta alianza ofrece una oportunidad rara para proyectar influencia en el extranjero, pero los primeros signos indican que la integración de los reclutas está lejos de ser fluida. Los comandantes rusos, que ya lidian con pérdidas de personal y escasez de suministros, deben ahora adaptar su estrategia para utilizar tropas que consideran no preparadas y difíciles de gestionar. Las tensiones en el terreno sugieren que la desesperación del Kremlin por refuerzos puede llevar a un mayor desorden dentro de su estructura militar.
A medida que el conflicto se prolonga, la apuesta de Rusia por aliados no convencionales puede salir mal, destacando sus recursos menguantes y la desesperación por mantener el esfuerzo bélico. Para los soldados rusos, la complicación adicional de gestionar a los reclutas norcoreanos refleja la complejidad en evolución—y el caos—de la lucha de Rusia en Ucrania.