En una operación de alto riesgo coordinada con EE. UU., Israel ha realizado un poderoso ataque contra las instalaciones de producción de misiles balísticos de Irán, paralizando la capacidad de Teherán para fabricar misiles de largo alcance. El ataque de octubre tuvo como objetivo 12 “mezcladores planetarios” altamente especializados, esenciales para producir misiles de combustible sólido como el Kheibar, junto con cuatro baterías de defensa aérea S-300 que protegen la infraestructura militar de Irán. La destrucción de estos mezcladores deja a Irán luchando por reponer su arsenal de misiles, un revés que funcionarios israelíes y estadounidenses dicen que podría retrasar el programa de misiles de Irán hasta dos años.
La operación se ejecutó con precisión, ya que Israel evitó atacar sitios nucleares o de petróleo para mantener el conflicto contenido. EE. UU. fomentó esta moderación, con el presidente Biden expresando su apoyo al derecho de Israel a la autodefensa mientras manifestaba preocupaciones sobre la creciente inestabilidad regional. Funcionarios de seguridad de EE. UU. confirmaron su participación en la operación, destacando un compromiso compartido para neutralizar la creciente amenaza de misiles de Irán.
Sumando al mensaje, Israel atacó un sitio de investigación en Parchin, previamente vinculado al desarrollo nuclear de Irán, señalando su disposición a interrumpir los proyectos militares sensibles de Teherán. El Ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, calificó la operación como un “primer paso necesario”, enfatizando que los sistemas de defensa comprometidos de Irán lo dejan vulnerable a futuras acciones si provoca un mayor conflicto.
El impacto de estas huelgas ha reverberado en todo Oriente Medio, con el vecino Qatar instando a la cautela diplomática para evitar más hostilidades. Mientras tanto, Estados Unidos ha aumentado los protocolos de seguridad para las fuerzas estadounidenses en la región, anticipando posibles represalias iraníes. A medida que las capacidades de producción de misiles de Teherán sufren, los funcionarios estadounidenses e israelíes esperan que el ataque envíe un mensaje claro de disuasión, con el objetivo de frenar la influencia iraní y estabilizar el volátil equilibrio de la región.