En una fuerte reprimenda a las recientes elecciones parlamentarias en Georgia, el Secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, y el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, han solicitado una investigación exhaustiva sobre los informes de irregularidades electorales y la intimidación a votantes tras la votación del 26 de octubre. Sus declaraciones, realizadas el 27 de octubre, son en respuesta a la supuesta victoria del partido Georgia Sueña, amigable con Moscú, que reclamó casi el 54% de los votos, lo que ha sido recibido con un amplio escepticismo y acusaciones de fraude por parte de los partidos de oposición y observadores internacionales.
Las elecciones polémicas han desatado un descontento político, con la presidenta Salome Zourabichvili declarando que no reconocería los resultados y llamando a protestas masivas. “Hacemos un llamado a la Comisión Electoral Central de Georgia y a otras autoridades pertinentes para que cumplan con su deber de investigar y juzgar de manera rápida, transparente e independiente las irregularidades electorales y las alegaciones al respecto”, afirmó Borrell, condenando las violaciones de las normas internacionales.
Blinken hizo eco de estos sentimientos, instando a los líderes políticos de Georgia a defender el estado de derecho y abordar las deficiencias en el proceso electoral. Señaló que, aunque el día de las elecciones se administró generalmente bien, los informes de irregularidades y violencia esporádica empañaron los resultados. “Los observadores internacionales no han declarado que el resultado sea libre y justo”, enfatizó.
Tras el anuncio de los resultados electorales, los grupos de oposición han rechazado enérgicamente el resultado, afirmando que la elección fue robada y destacando violaciones como el relleno de urnas y la presión sobre los votantes. La Misión de Observación Electoral, liderada por la Oficina de la OSCE para Instituciones Democráticas y Derechos Humanos, describió el Día de las Elecciones como caracterizado por un ambiente tenso, violaciones significativas del secreto del voto y intimidación, particularmente entre los votantes del sector público.
El partido Sueño Georgiano, fundado por el oligarca Bidzina Ivanishvili, ha sido criticado por acercar al país a Moscú, socavando sus aspiraciones de integración en la UE. La adopción de una controvertida ley de agentes extranjeros a principios de este año ha estancado el proceso de adhesión de Georgia a la UE, provocando descontento en Tbilisi y deteriorando las relaciones con Washington, que ha respondido restringiendo programas de asociación e imponiendo sanciones a funcionarios georgianos.
A medida que la comunidad internacional exige responsabilidad, el futuro de la democracia en Georgia está en juego, con una creciente presión por un proceso electoral transparente y justo que respete la voluntad del pueblo. La situación en desarrollo plantea implicaciones significativas para la estabilidad política de Georgia y sus aspiraciones de estrechar lazos con Occidente.