La reducción de emisiones de gases contaminantes provenientes de la operación de motores diésel ha sido durante mucho tiempo una prioridad global impulsada por regulaciones ambientales cada vez más estrictas, particularmente en Europa. Una de las soluciones encontradas para alcanzar los objetivos y mitigar los efectos nocivos fue el uso de un aditivo llamado AdBlue.
AdBlue es una solución líquida a base de urea (una sustancia, por ejemplo, encontrada en la orina), que, al entrar en contacto con una superficie o ambiente caliente, libera amoníaco, que es un catalizador para una reacción química que convierte los nocivos óxidos de nitrógeno liberados por la combustión diésel en dos productos de menor naturaleza dañina: vapor de agua y nitrógeno. Ambos ocurren de forma natural, por lo que pueden ser expulsados de un coche diésel equipado con AdBlue sin efectos perjudiciales para el medio ambiente.
La métrica de AdBlue, es decir, la cantidad que debe ser inyectada durante la combustión, es completamente gestionada por la electrónica del coche, por lo que le corresponde al conductor solo saber cuándo y cómo repostar. Y a diferencia de los combustibles, no hay necesidad de tener miedo o tomar precauciones adicionales al manejar los contenedores de AdBlue en el momento de repostar, ya que el líquido es inherentemente seguro, compuesto por un 67.5% de agua desionizada y un 32.5% de urea.
La urea utilizada aquí no es de origen animal. La sustancia utilizada en los coches Diesel es un compuesto sintético creado al exponer amoníaco sintético y dióxido de carbono al calor. Además de ser utilizada en forma líquida, los proveedores de AdBlue también producen ‘pellets’ secos que se utilizan en la agricultura como fertilizantes. Cuando se consideró inicialmente el uso de AdBlue para la industria automotriz, el aditivo fue diseñado para ser manejado solo por talleres, de modo que los conductores no tuvieran que preocuparse por los niveles, siendo el concesionario quien asegurara suficiente AdBlue en el tanque a bordo para viajar aproximadamente 15,000 kilómetros entre citas de servicio. Sin embargo, los intervalos de mantenimiento han aumentado, por lo que sería necesario instalar tanques (pesados) con más de 60 litros en cada coche… Esto llevó a una adaptación del proceso, con la instalación de tanques mucho más pequeños, obligando al conductor a prestar atención a la necesidad de repostar. Con tanques de diferentes tamaños, entre 5 y 20 litros, y un vehículo diésel de tamaño medio que consume aproximadamente un litro de AdBlue cada 1000 kilómetros, aquellos que viajan largas distancias tendrán una mayor necesidad de repostar con AdBlue.
Afortunadamente, el coche monitorea el consumo y te dará una serie de advertencias en el panel de instrumentos a medida que el nivel disminuye. Es prudente no ignorarlas, ya que una vez que el AdBlue se agota, el motor no arrancará, para asegurar que los coches no circulen ilegalmente con altas emisiones.
Llenar el tanque es extremadamente simple. Actualmente, el tapón de llenado de AdBlue se encuentra al lado de la boquilla de diésel, y AdBlue generalmente se vende en envases convenientes que vierten (casi) sin gotear – lo cual es importante, ya que aunque es inofensivo para las personas, puede ser corrosivo para la pintura del vehículo – y el olor tampoco es agradable… Los coches más antiguos pueden tener los tapones de llenado de AdBlue dentro del vehículo o debajo del capó, pero el manual de instrucciones te indicará dónde encontrarlo.
¿Qué vehículos utilizan AdBlue?
Los vehículos pesados – camiones, autobuses y autocares – han estado utilizando la tecnología de Reducción Catalítica Selectiva (SCR) y AdBlue desde 2004, y algunos fabricantes de vehículos ligeros la han estado utilizando casi desde entonces, como Mercedes y Volkswagen.
Fueron las últimas regulaciones sobre los estándares de emisión de contaminantes de la Comisión Europea las que realmente impulsaron una explosión en la tecnología SCR en vehículos ligeros con motores diésel. Las regulaciones Euro VI introducidas en 2014/15 requerían una reducción del 56% en las emisiones de óxido de nitrógeno en comparación con los niveles Euro V. Para la mayoría de los motores diésel con una capacidad superior a 1.6 litros, AdBlue y la tecnología SCR eran la única forma de alcanzar estos objetivos.
La combustión del diésel libera una amplia gama de contaminantes y productos químicos en la atmósfera a través del tubo de escape. El óxido nítrico y el dióxido de nitrógeno son dos de los más preocupantes, ya que contribuyen a problemas respiratorios. También se acumulan en la atmósfera, causando smog y lluvia ácida, por lo que los legisladores buscan erradicarlos. La Reducción Catalítica Selectiva, o SCR, es el proceso químico creado para eliminar estos óxidos de los gases de escape utilizando AdBlue.