En una rara reacción pública, el rey Felipe VI de España y la reina Letizia fueron recibidos con hostilidad abierta el domingo durante una visita a Valencia, devastada por inundaciones, donde más de 200 personas han muerto en lo que se describe como la inundación más mortífera de España en décadas. Mientras la pareja real caminaba por el devastado pueblo de Paiporta—una de las áreas más afectadas—los sobrevivientes lanzaron barro, latas de bebida e insultos a los monarcas, desahogando su ira sobre la respuesta del gobierno a la catástrofe. La reina Letizia, visiblemente afectada, tenía barro en la cara, mientras que un guardaespaldas resultó herido por un objeto arrojado.
Los residentes de Paiporta, muchos de los cuales han perdido todo, acusaron a las autoridades de no responder de manera rápida y efectiva a la crisis que se desarrollaba. Los funcionarios regionales emitieron una alerta de inundación horas demasiado tarde, dejando a las comunidades con poco tiempo para prepararse para las devastadoras olas. A medida que Felipe y Letizia intentaban hablar con los residentes, las tensiones crecieron. Los voluntarios afirmaron que el cierre de una de las pocas carreteras despejadas por parte del equipo de seguridad real interrumpió los esfuerzos de limpieza en curso, intensificando aún más las frustraciones.
El primer ministro Pedro Sánchez, quien también visitó la región, describió el evento como “el peor desastre natural en la historia reciente de nuestro país.” Su gobierno ha desplegado tropas adicionales, policías y personal de emergencia en un intento por restaurar el orden y distribuir ayuda a los pueblos que aún están aislados de recursos esenciales, como alimentos y agua potable. A pesar de esto, muchos locales han dependido principalmente de los esfuerzos de voluntarios para despejar barro y escombros. Un voluntario en Sedavi, furioso por la inacción percibida de los funcionarios, dijo a los reporteros locales: “Gracias a la gente que ha venido a ayudarnos, a todos ellos, porque de las autoridades, nada.”
Este desastre, atribuido en parte a fenómenos meteorológicos extremos impulsados por el clima, ha desatado un debate nacional sobre la preparación de España para tales emergencias. Con el número oficial de muertos en aumento y miles de personas aún desaparecidas, las autoridades enfrentan una presión creciente para reformar las estrategias de respuesta ante futuras crisis. Por ahora, a medida que las aguas de la inundación retroceden, la ira y la pérdida llenan el aire en los pueblos de España devastados por la tormenta.
Las fuentes de este artículo incluyen: El Mundo, RTVE y reportes de AFP.