En un sorprendente desprecio, dos de los jugadores más importantes de la Commonwealth—el Primer Ministro de India, Narendra Modi, y el Presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa—dejaron de lado al Rey Carlos para codearse con Vladimir Putin en la cumbre de BRICS. Mientras el Rey Carlos aterrizaba en Samoa para presidir la Reunión de Jefes de Gobierno de la Commonwealth, estos dos líderes estaban en Kazán, Rusia, consolidando sus lazos con Putin en un desafío abierto a Occidente.
La decisión de Modi y Ramaphosa de asistir a BRICS, en lugar de a las conversaciones de la Commonwealth, habla volúmenes. Con BRICS expandiéndose rápidamente y mostrando sus músculos geopolíticos, está claro que estos líderes están apostando por potencias emergentes en lugar de alianzas tradicionales occidentales. Mientras India y Sudáfrica se acercan a Putin, junto con representantes de Malasia y Sri Lanka, la Commonwealth parece fracturada.
Este audaz movimiento no podría llegar en un peor momento para el Rey Carlos, quien esperaba reunir unidad y fuerza dentro de la Commonwealth. El bloque de BRICS, que ahora representa el 45% de la población global, se está convirtiendo rápidamente en una alternativa poderosa a la dominación occidental, y la presencia de Modi y Ramaphosa allí es una bofetada a cualquier pretensión de solidaridad de la Commonwealth.
Con Rusia exhibiendo su capacidad para desafiar las sanciones occidentales y fortalecer nuevas alianzas, esta cumbre marca un punto de inflexión. Mientras el Rey Carlos reúne a sus aliados de la Commonwealth, el campamento de Putin se fortalece—y las grietas en el orden occidental comienzan a mostrarse.