En su día, la gente le decía al prodigio canadiense del golf Mike Weir que dejara de intentar trucos como golpear drivers desde el suelo, esquivar árboles y raspar el clubhouse. Creciendo en Ontario, Weir era conocido por enviar la bola volando con toda la precisión de un slap shot, dominando sus golpes sin necesidad de potenciar su swing. Hoy, es una leyenda zurda de 54 años, golpeando 290 yardas desde el tee en el circuito senior, pero casi perdió su estilo característico en el camino.
En los primeros días, rodeado de íconos diestros como Phil Mickelson, Weir consideró cambiar a un swing diestro—hasta que se puso en contacto con el gran golfista Jack Nicklaus. En 1983, Weir le preguntó a Nicklaus si cambiar su swing le ayudaría a perseguir su primer Major. Nicklaus no solo dijo “mantente en eso”; le dio a Weir una lección de estrategia. Nicklaus respondió: “Mantente con tu swing natural. Por el amor de Dios, deja de presumir y empieza a pensar allá afuera. Recuerda: un árbol puede ser 90% aire, pero tu cabeza no debería serlo.”
Y no fue solo Weir quien se benefició de la sabiduría de Nicklaus. Tom Watson, una vez el mayor rival de Nicklaus, llegó a admirar su precisión y compromiso, incluso moldeando su propio juego bajo la influencia de Nicklaus. Para Watson, Nicklaus se convirtió en un maestro de la paciencia y la precisión—cualidades que lo llevaron a dos chaquetas verdes y a una carrera con la que cualquier golfista soñaría.
¿Habría logrado Mike Weir el mismo éxito si hubiera sido diestro? Es difícil de decir, pero mantenerse con su swing natural se ha convertido en la elección definitoria de su carrera. El consejo de Nicklaus es un recordatorio de que a veces, la clave para la grandeza no es seguir a la multitud—es inclinarse hacia lo que te hace único.