A medida que las tensiones aumentan sobre Taiwán, EE. UU. y Japón están intensificando sus medidas defensivas contra posibles ataques con misiles chinos en bases a lo largo del Pacífico. Un análisis reciente del Instituto de Estudios Aeroespaciales de China (CASI) destaca la vulnerabilidad de las bases estadounidenses y aliadas ante el vasto arsenal de misiles balísticos de China, que podría atacar de manera rápida y con efectos devastadores a través de las primeras y segundas cadenas de islas.
La estrategia de China en un posible conflicto por Taiwán, según los juegos de guerra del Pacífico y los hallazgos de CASI, probablemente se basa en un masivo ataque inicial con misiles destinado a abrumar las defensas aéreas y neutralizar los activos de EE. UU. y aliados antes de las operaciones terrestres. Con Taiwán a solo 100 millas de la costa de China, un ataque coordinado con misiles podría degradar rápidamente los sistemas de radar, vigilancia y defensa aérea, otorgando a China una ventaja crítica desde el principio.
Para contrarrestar esta amenaza, CASI recomienda que EE. UU. y Japón refuercen las defensas a través de un sistema de múltiples capas que incorpore aviones de combate F-16, defensa contra misiles de corto, medio y largo alcance, y sistemas avanzados de C4ISR (Comando, Control, Comunicaciones, Computadoras, Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento). Esta colaboración, ya en marcha, es esencial para detectar, interrumpir e interceptar misiles entrantes antes de que alcancen activos de alto valor.
La investigación de la Corporación RAND enfatiza aún más la importancia de las mejoras defensivas. Las simulaciones de RAND revelaron que, sin contramedidas robustas, las bases de EE. UU. enfrentarían pérdidas catastróficas, con jets F-35 de quinta generación potencialmente destruidos en el suelo antes de que pudieran despegar. Sin embargo, cuando RAND implementó defensas adicionales, incluyendo guerra electrónica (EW) para interrumpir la guía de misiles chinos y redes de drones en tiempo real, las tasas de supervivencia de las aeronaves y la infraestructura de la base aumentaron significativamente.
Las recomendaciones de CASI se alinean con los hallazgos de RAND, enfatizando estrategias de «resiliencia» de bases bajo el concepto de Empleo Ágil de Combate (ACE). Este enfoque incluye “endurecer” y ocultar infraestructura clave, como centros de mando y sensores, para complicar la selección de objetivos para los misiles chinos. Dispersar activos a través de múltiples sitios más pequeños y fortificados podría dificultar que China desactive capacidades operativas esenciales en un solo ataque, mejorando tanto la supervivencia como la capacidad de respuesta.
A medida que las fuerzas de EE. UU. y Japón se preparan para un posible conflicto, estas mejoras defensivas destacan las altas apuestas en el Pacífico. La creciente colaboración militar no solo tiene como objetivo proteger activos clave, sino que también sirve como un importante disuasivo contra la agresión china, señalando que cualquier asalto a las bases aliadas enfrentaría una resistencia formidable. ¿Pueden estas defensas fortificadas mantener un Pacífico estable, o será este solo el comienzo de una nueva era de guerra de misiles?