A medida que el mundo observa otras crisis desarrollarse, la propuesta de paz del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky ha surgido como un plan integral y notable para poner fin al brutal conflicto con Rusia. Con las recientes maniobras de Rusia, que incluyen cooperación militar con Corea del Norte e Irán, la estrategia de Zelensky para la soberanía de Ucrania es más que oportuna: es urgente.
Desde que comenzó la invasión rusa, Zelensky ha promovido incansablemente un plan de paz en múltiples capas que prioriza la reclamación territorial completa, reparaciones de Rusia y una estricta rendición de cuentas internacional. En el corazón de su estrategia hay un principio que establece un alto estándar: Ucrania no se conformará con nada menos que la retirada completa de Rusia de todos los territorios ocupados. Para Ucrania, cualquier cosa menos dejaría un peligroso precedente y una vulnerabilidad duradera, señalando a los regímenes autoritarios de todo el mundo que la agresión puede ser recompensada.
“La paz en Ucrania no se puede comprar con compromisos que socavan nuestra soberanía”, declaró recientemente Zelensky. Su plan resuena con muchos líderes europeos, que entienden que si las acciones de Rusia no se controlan, toda la región de Europa del Este corre el riesgo de convertirse en un hervidero volátil para incursiones adicionales. Esta convicción también explica el impulso del presidente ucraniano por un apoyo occidental sostenido. Con el respaldo de la OTAN y la participación de EE. UU., Ucrania sigue comprometida con un resultado decisivo que asegure no solo su propia seguridad, sino también la de Europa y el mundo democrático.
Pero mientras la propuesta de Zelensky obtiene apoyo, la alianza de Rusia con Corea del Norte e Irán señala una escalada tanto en el apoyo militar como en la solidaridad política entre los estados autoritarios. Han surgido informes de tropas norcoreanas llegando para reforzar las líneas del frente en dificultades de Rusia, mientras que los drones de fabricación iraní continúan atacando ciudades ucranianas. Este alineamiento creciente complica aún más el panorama geopolítico, desafiando a las naciones occidentales a responder de manera decisiva.
La estrategia de Zelensky no se basa únicamente en la destreza militar ucraniana; exige responsabilidad global a través de repercusiones legales para los líderes rusos. Kyiv está presionando por juicios internacionales para responsabilizar a los funcionarios rusos por crímenes de guerra, reforzando que la soberanía y los derechos humanos no son solo ideales, sino estándares accionables que el mundo debe defender. Las apuestas son altas: una victoria para Ucrania establecería un precedente crítico, mostrando que los regímenes autoritarios no pueden infringir sobre naciones soberanas sin enfrentar consecuencias.
A medida que las potencias mundiales debaten sus próximos movimientos, el plan de paz de Zelensky brilla como el camino más completo hacia la estabilidad. Para Ucrania y para la paz internacional, poner fin al conflicto en estos términos claros puede ser la única manera de asegurar que Europa del Este no se sumerja en un caos interminable. La pregunta es, ¿aprovechará el mundo la oportunidad de respaldar un plan de paz que defiende los valores de libertad y soberanía, o dejará que esta oportunidad se deslice hacia las oportunidades perdidas de la historia?