La carrera de Naomi Osaka ha sido un viaje marcado por altibajos y una feroz dedicación al crecimiento personal. Con cuatro títulos de Grand Slam y numerosas victorias en la WTA, también ha enfrentado desafíos, incluidas lesiones, tiempo alejada de la cancha y una reciente separación de su entrenador de mucho tiempo, Wim Fissette, quien la guió a través de un regreso después del embarazo. En una entrevista reciente, Fissette reflexionó sobre su tiempo con Osaka, desde su éxito dominante hasta las luchas que moldearon su carrera.
Fissette compartió que el potencial de Osaka era «enorme», sin embargo, su enfoque en el crecimiento disminuyó una vez que alcanzó la cima del tenis femenino. Su derrota en el Abierto de Australia 2020 ante Coco Gauff fue un momento definitorio, uno que destacó los desafíos mentales que estaba navegando. Describió el partido como «una experiencia muy mala» que dejó a Osaka sintiéndose presionada por la estrella en ascenso. Pero también provocó una apertura entre ellos, y después de conversaciones en España durante la Copa Federación, Osaka comenzó a revelar sus luchas, preparando el escenario para su resurgimiento, solo para que el COVID-19 interrumpiera su impulso mientras se preparaba para perseguir otro título en Indian Wells.
La propia Osaka ha hablado con franqueza sobre las batallas de salud mental que han acompañado su carrera. Conocida por usar auriculares en su camino a los partidos, compartió en Instagram que es una forma de aliviar su ansiedad social. «Cualquiera que me haya visto en los torneos notará que a menudo llevo auriculares, ya que eso ayuda a atenuar mi ansiedad social,» reveló, añadiendo, «no soy una oradora natural y siento enormes oleadas de ansiedad antes de hablar con los medios de comunicación del mundo.»
Con un nuevo entrenador a su lado, la pregunta que queda es: ¿puede Osaka recuperar su dominio en los Grand Slam, equilibrando su defensa de la salud mental con su feroz ambición en la cancha?