A medida que avanza la temporada de Fórmula 1, también lo hace el aparentemente interminable debate sobre la inconsistencia en la dirección de carrera y las regulaciones poco claras. Este pasado fin de semana, en una escena más reminiscentes de un suite de patrocinadores de Pirelli que de un evento deportivo, todas las miradas estaban una vez más en el marco regulatorio de la F1—particularmente en su interpretación, o quizás, en su mala interpretación.
El bib del fondo de Red Bull fue puesto bajo el microscopio, con Zak Brown de McLaren planteando preguntas sobre su posible ajustabilidad bajo las condiciones de Parc Fermé. Mientras que las preocupaciones sobre regulaciones técnicas como esta deberían ser el punto focal, el silencio sobre si la parte baja con la disminución de la presión del aire fue ensordecedor.
Pero este no fue el único problema que afectó al organismo rector del deporte. Los aficionados y equipos de F1 están una vez más alzando la voz sobre la aplicación de sanciones, frustrados con lo que ven como una toma de decisiones errática. Johnny Herbert intervino con una dura crítica, sugiriendo que el pago de $300 al día para los comisarios es insuficiente para atraer a profesionales de primer nivel. El punto de Herbert no era solo sobre el dinero—se trataba de las implicaciones de pagar poco a las personas responsables de decisiones cruciales que afectan el resultado de las carreras. ¿Puede la F1 esperar una dirección de carrera de alta calidad con una remuneración tan baja?
Lo que los equipos y pilotos de F1 quieren es simple: consistencia. Se preocupan menos por cómo se interpretan las reglas y están más enfocados en asegurar que esas interpretaciones se apliquen de manera uniforme en todo momento. Herbert sugirió que la rotación siempre cambiante de los comisarios hace que este objetivo sea imposible. Tiene razón.
En los tiempos de Charlie Whiting, el deporte no enfrentaba este problema. Whiting, con su experiencia y autoridad, simplemente tomaba decisiones como Director de Carrera, y los comisarios lo seguían. “Un hombre, una decisión, boom, trabajo hecho.” Sin embargo, después de la repentina muerte de Whiting, el deporte ha luchado por encontrar una figura con su gravitas. La infame toma de decisiones de Michael Masi durante el Gran Premio de Abu Dhabi 2021 mostró lo grande que era ese vacío.
Ahora, las decisiones de penalización están en manos de comisarios a tiempo parcial con diferentes niveles de experiencia, lo que a menudo deja a los equipos y conductores frustrados. La FIA ha implementado programas de capacitación en un intento por remediar la situación, pero como señala Herbert, la verdadera consistencia requiere más que educación—requiere experiencia, y eso lleva tiempo.
¿La solución? La F1 debe alejarse de su estructura actual. Si bien un regreso a la toma de decisiones de un solo hombre podría parecer tentador, ya no es viable en un deporte donde las acusaciones de sesgo surgirían rápidamente. En su lugar, la respuesta podría estar en un conjunto permanente de comisarios profesionales que asistan a cada carrera, construyendo un enfoque consistente para las decisiones. Como señala Herbert, puede que no siempre tengan razón, pero nunca estarán impredeciblemente equivocados—una situación que todos los equipos, conductores y aficionados podrían finalmente aceptar.