Tyrese Haliburton ha sido nada menos que transformador para los Indiana Pacers desde su llegada en el intercambio por Domantas Sabonis. Con solo 24 años, ya se ha consolidado como uno de los mejores bases jóvenes de la NBA y el corazón de una ofensiva eléctrica y rápida de los Pacers. Su liderazgo, alegría y juego dinámico han redefinido la identidad del equipo, convirtiéndolos en uno de los conjuntos más emocionantes de la liga.
La temporada pasada, Haliburton fue sensacional, promediando 20.1 puntos y liderando la liga con 10.9 asistencias por partido, llevando a Indiana a la segunda mejor calificación ofensiva en la NBA. Pero a pesar de su brillantez, los playoffs revelaron grietas en su armadura. Los equipos lo presionaron, forzando el balón fuera de sus manos, y le costó adaptarse, lo que llevó a una decepcionante salida en la postemporada a manos de los Celtics. Las lesiones agravaron sus problemas, limitando su efectividad y subrayando la dependencia de los Pacers en él.
Ahora, con la llegada de Pascal Siakam y un Bennedict Mathurin saludable, Indiana tiene potencial de caballo oscuro. Pero el salto de bueno a grande fue difícil; pasar de grande a élite será aún más complicado. El techo de los Pacers, especialmente en la postemporada, depende completamente de Haliburton. ¿Podrá manejar las crecientes expectativas y rendir cuando más importa?
El camino hacia el éxito no se volverá más fácil. Para que Haliburton y los Pacers den el siguiente paso, necesitarán romper la pared de ladrillos de los playoffs que se interpone en su camino.