La estrategia de campaña de Donald Trump ha tomado un giro inesperado: una tendencia a eludir respuestas directas con una táctica divagante que él ha denominado “El Tejido.” Durante una aparición en el Club Económico de Chicago, el hábito de Trump de saltar de un tema a otro — pasando del dólar estadounidense al presidente francés Emmanuel Macron en una sola respiración — dejó incluso al editor en jefe de Bloomberg, John Micklethwait, visiblemente exasperado. Cuando Micklethwait lo presionó para aclarar sus pensamientos sobre el dólar, Trump lo interrumpió diciendo: “Tienes que ser capaz de terminar un pensamiento,” mientras la audiencia estallaba en risas.
Este patrón de incoherencia ha generado preocupaciones más allá de la campaña. La sobrina de Trump, Mary Trump, opinó, afirmando que los medios están “lavando su locura,” diluyendo sus declaraciones para presentar una narrativa más coherente. Ella enfatizó que “El Tejido” es un signo de declive mental, diciendo: “Biden puede estar envejeciendo, pero Donald está dementando.” Este sentimiento refleja los hallazgos de un reciente análisis del New York Times que destaca los patrones de discurso desarticulados de Trump como evidencia de luchas cognitivas.
A pesar de su retórica impredecible, Trump ha recibido críticas limitadas por su estilo oratorio en 2024. Pero las audiencias en vivo, enfrentadas a su divagación sin filtros, lo están notando. En un clip viral reciente, se desvió hacia aranceles, cuidado infantil e incluso patrones de votación cristiana en respuesta a preguntas sobre cuidado infantil asequible, dejando incluso a las audiencias que lo apoyan perplejas. Por ahora, Trump está apostando por “El Tejido” para mantener la conversación en movimiento, aunque muchos se preguntan si su estrategia única es solo una cobertura para problemas cognitivos en crecimiento.