Después de una serie de ataques aéreos israelíes en instalaciones militares iraníes, Teherán declaró que está «en derecho y obligado a defenderse», incluso cuando EE. UU. y el Reino Unido pidieron una desescalada. La operación de Israel, que supuestamente se lanzó desde el espacio aéreo sirio e iraquí, tuvo como objetivo sitios de fabricación de misiles y sistemas de defensa aérea, golpeando más de 20 sitios. Irán, minimizando los daños, anunció bajas limitadas pero señaló que cuatro oficiales fueron asesinados. Los ataques son vistos como una respuesta precisa al propio ataque con misiles de Irán contra Israel a principios de este mes.
La administración Biden, al tanto de la planificación de la operación, enfatizó la importancia de limitar el alcance del objetivo a instalaciones militares y evitar sitios nucleares o de petróleo, una línea que Israel respetó. El presidente Biden subrayó la posición de EE. UU. al confirmar el enfoque del ataque y expresar esperanzas de un fin a los recientes enfrentamientos. Mientras la región espera la respuesta de Irán, tanto Arabia Saudita como los EAU han condenado el ataque, instando a la moderación para prevenir la desestabilización regional.
Las acciones de represalia entre Israel e Irán han aumentado los temores de un conflicto más amplio en Oriente Medio. Mientras Irán evalúa su próximo movimiento, funcionarios israelíes insisten en que la operación fue defensiva, con el objetivo de reducir la capacidad de misiles de Irán sin desencadenar una guerra total. Para EE. UU., equilibrar el apoyo a Israel mientras se evita un conflicto regional desestabilizador presenta un desafío diplomático significativo. Los llamados de Washington a la moderación destacan la delicada maniobra necesaria para evitar que la situación se descontrole en un conflicto más amplio, con cada parte navegando cuidadosamente la línea entre la disuasión y la escalada.