En un cambio estratégico importante, la Fuerza Aérea de EE. UU. está considerando una expansión de su flota de B-21 Raider para mejorar sus capacidades de proyección de poder militar, impulsada por las crecientes amenazas de China y Rusia. Anunciado por Northrop Grumman el 24 de octubre de 2024, este posible crecimiento de la flota refleja la evaluación crítica de la Fuerza Aérea sobre la estructura de fuerzas futura, que también coloca su programa de cazas de Dominio Aéreo de Próxima Generación (NGAD) bajo revisión.
El B-21 Raider, diseñado para misiones de largo alcance en sigilo y equipado tanto para cargas útiles convencionales como nucleares, representa un activo crucial en el arsenal de EE. UU. Su capacidad para penetrar defensas aéreas complejas y atacar objetivos en lo profundo del territorio enemigo proporciona un impulso significativo a la disuasión estratégica de América. Con flotas envejecidas de bombarderos B-1 y B-2 que se acercan a su retiro, expandir el inventario de B-21 ofrece una solución rentable para mantener la preparación militar sin las demoras de desarrollar plataformas completamente nuevas como el NGAD.
La decisión llega en un momento en que tanto China como Rusia intensifican sus esfuerzos por desarrollar bombarderos furtivos capaces de desafiar la superioridad aérea de EE. UU. El bombardero furtivo H-20 de China y el PAK DA de Rusia están destinados a aumentar el potencial de ataque de largo alcance de sus naciones, presentando una competencia directa al papel del B-21 en el escenario global. Sin embargo, las características avanzadas de sigilo del B-21, su diseño modular y su capacidad de doble propósito lo convierten en una respuesta formidable a estas amenazas.
Frederic Warden, CEO de Northrop Grumman, destacó la revisión en curso de la flota de B-21 y el programa NGAD por parte de la Fuerza Aérea como parte de un esfuerzo integral para satisfacer las demandas operativas modernas. Actualmente, la Fuerza Aérea ha destinado 100 bombarderos B-21, sin embargo, voces crecientes en círculos de defensa argumentan que este número puede ser insuficiente para abordar amenazas simultáneas de múltiples adversarios. El coronel retirado Mark Gunzinger, investigador principal en el Instituto Mitchell para Estudios Aeroespaciales, aboga por una flota más grande para fortalecer tanto la defensa convencional como las capacidades de disuasión nuclear.
El programa NGAD, destinado a crear un caza de sexta generación que suceda al F-22 Raptor, también está bajo un intenso escrutinio debido a su costo proyectado, que podría alcanzar cientos de millones por unidad. El secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, ha presionado por ajustes de costos que acerquen el precio del NGAD al del F-35, entre 80 millones y 100 millones por aeronave. Esta recalibración podría generar ahorros que podrían apoyar una flota más grande de B-21, pero los expertos en defensa advierten contra enfrentar los programas como sustitutos, señalando sus roles únicos.
Northrop Grumman ha asegurado que está preparada para aumentar la producción de B-21 si la Fuerza Aérea opta por expandir su flota. Con el costo por unidad de la aeronave actualmente estimado en 780 millones de dólares, se espera que los costos aumenten en fases de producción posteriores, pero Warden confirmó que los costos iniciales se mantienen dentro de las proyecciones. A medida que la Fuerza Aérea considera otorgar un segundo contrato de producción inicial a baja tasa (LRIP) para fin de año, el tamaño y alcance de la flota de B-21 siguen siendo fundamentales para el futuro del poder aéreo de América.
La recalibración de la estrategia de la Fuerza Aérea de EE. UU. subraya un cruce de caminos desafiante para el poder aéreo estadounidense: equilibrar los avances tecnológicos de vanguardia con las limitaciones presupuestarias, todo mientras se mantiene un ojo en un panorama de amenazas globales en rápida evolución. Las decisiones sobre la expansión del B-21 y el desarrollo del programa NGAD no solo definirán las capacidades de la fuerza en las próximas décadas, sino también su papel en el mantenimiento de la disuasión de EE. UU. en todo el mundo.