Vladimir Putin está una vez más sacudiendo al mundo con amenazas de devastación nuclear, utilizando el masivo arsenal atómico de Rusia como advertencia para Occidente. A medida que Ucrania continúa recibiendo ayuda occidental, Putin está utilizando todos los recursos posibles para evitar que la OTAN aumente aún más su apoyo. Su mensaje es claro: la soberanía y la integridad territorial de Rusia están en juego, y está dispuesto a desatar el mayor arsenal de armas nucleares del mundo para defenderlas.
Solo este año, Putin ha ordenado ejercicios militares que involucran armas nucleares de campo de batalla junto a Bielorrusia y ha anunciado la producción de misiles de medio alcance basados en tierra, misiles que fueron prohibidos durante décadas bajo un tratado entre EE. UU. y la Unión Soviética que ahora está en desuso. La señal es inconfundible: Rusia está intensificando su juego nuclear y no tiene miedo de usar sus armas más destructivas para hacer valer su punto.
Con las fuerzas convencionales de la OTAN manteniendo una ventaja significativa sobre Rusia, Putin se apoya fuertemente en la carta nuclear para igualar el campo de juego. Al invocar la aterradora perspectiva de una guerra nuclear, su objetivo es disuadir a Occidente de aumentar su apoyo militar a Ucrania, que él considera una amenaza directa al futuro de Rusia.
En un mundo aún acosado por el espectro de la guerra atómica, la postura nuclear de Putin ha enviado ondas de choque a través de las capitales globales. A medida que el conflicto se prolonga, el destino de Ucrania—y la estabilidad de Europa—pende de un hilo, bajo la sombra de las armas del juicio final de Rusia.