En un desgarrador giro del destino, Shirel Golan, la hermana de la estrella del pop israelí Eyal Golan, se quitó la vida en lo que debería haber sido su 22 cumpleaños, exactamente un año después de haber sobrevivido a la horrenda masacre de Hamas en el festival de música Nova. El incidente, que cobró la vida de 364 personas, dejó a Shirel traumatizada, siendo testigo de horrores inimaginables mientras se escondía durante horas mientras sus amigos eran asesinados o secuestrados.
Shirel Golan (@shirel_golan)
El 7 de octubre, el mundo de Shirel se desmoronó cuando estallaron disparos y el caos la rodeó. Con 11 amigos a su lado, se encontró en un arroyo seco, orando por seguridad mientras se desarrollaba el terror. Solo las valientes acciones del oficial de policía local Remo Salman El-Hozayel llevaron a su rescate, ya que arriesgó su vida para transportar a los sobrevivientes lejos del lugar de la masacre. Sin embargo, escapar del peligro físico hizo poco para calmar la turbulencia psicológica que siguió.
Eyal Golan, hablando con franqueza sobre las luchas de su hermana, describió cómo el espíritu alegre de Shirel se apagó tras la tragedia. “Antes del 7 de octubre, mi hermana estaba llena de felicidad”, relató. “Después, fue como si alguien jugara con el regulador de su alma, bajándolo lentamente hasta que la luz se apagó.” Este sentimiento resuena con muchos sobrevivientes de eventos traumáticos que descubren que las sombras de su pasado continúan persiguiéndolos mucho después de que la crisis inmediata ha pasado.
Las secuelas de la masacre han desencadenado una crisis de salud mental entre los sobrevivientes, con Eyal señalando que muchos ahora están lidiando con PTSD y depresión. Ha sido un crítico vocal del gobierno israelí por su falta de transparencia respecto al número de suicidios vinculados al trauma experimentado por aquellos que vivieron el ataque. “No publican el número de casos de suicidio porque dicen que no quieren alentar a otras personas”, afirmó Eyal, enfatizando la necesidad de un diálogo abierto sobre los problemas de salud mental.
La trágica muerte de Shirel es un recordatorio contundente de las cicatrices duraderas dejadas por la violencia, iluminando la urgente necesidad de un apoyo integral en salud mental. A medida que se acerca el aniversario de la masacre, el compromiso de Eyal de abogar por la concienciación sobre la salud mental sirve como un faro de esperanza para otros que enfrentan batallas similares. Su mensaje es claro: la conversación debe continuar, ya que el silencio solo profundiza las heridas dejadas por el trauma.