Las pequeñas empresas de América se encuentran en una encrucijada, enfrentando una creciente dependencia de los contratos gubernamentales y las iniciativas progresistas bajo la administración de Biden. A pesar de que el presidente Biden elogia a las pequeñas empresas como el “motor de nuestra economía”, las políticas recientes empujan a los emprendedores hacia proyectos financiados por el gobierno, como la energía verde y los programas de equidad social, en lugar de fomentar la competencia en el mercado libre.
La nueva “Agenda de Oportunidades para Hombres Negros” de Kamala Harris, que ofrece préstamos condonables, es el último ejemplo de la intromisión del gobierno. Los críticos advierten que esto podría atar a las pequeñas empresas a prioridades políticas, debilitando su independencia y alineándolas con agendas progresistas.
Las cargas regulatorias siguen siendo altas, especialmente para las pequeñas empresas, y se está haciendo poco para abordar estos desafíos. Si bien la ayuda gubernamental ofrece alivio a corto plazo, la sostenibilidad a largo plazo depende de reducir regulaciones, no de aumentar la dependencia de subsidios. ¿Tomará el Congreso medidas para proteger el futuro de los emprendedores de América, o las pequeñas empresas quedarán atrapadas en una red de dependencia gubernamental?