En una revelación sincera, la superestrella del tenis Novak Djokovic ha enfatizado una vez más que su relación con Roger Federer y Rafael Nadal nunca ha trascendido el ámbito de la feroz rivalidad. Hablando con el diario argentino La Nacion, Djokovic declaró sin rodeos: “No éramos amigos cercanos, pero puedo decir que nos conocimos bien.” Esta admisión subraya el espíritu competitivo que ha definido sus legendarios encuentros a lo largo de los años.
A medida que el trío ha dominado la escena del tenis, acumulando un asombroso número de títulos de Grand Slam, Djokovic reconoce el vínculo único forjado a través de la competencia. Comentó con orgullo sobre la conexión eterna que sus rivalidades han creado entre los aficionados, diciendo: “Estas rivalidades atraen a millones de personas al deporte… es algo que perdurará por generaciones.” Habiendo enfrentado a Nadal más de 60 veces y a Federer alrededor de 50, Djokovic señala que sus partidos se han vuelto icónicos, cautivando al público en todo el mundo.
Reflexionando sobre su trayectoria, Djokovic destacó el crucial lapso de tres años entre sus dos primeras victorias en Grand Slam en 2008 y 2011, atribuyendo gran parte de su crecimiento a la feroz competencia planteada por Nadal y Federer. “Fue gracias a Nadal y Federer que tuve que soportar esa espera,” explicó, reconociendo su dominio durante ese período en el que reclamaron 10 de los 11 títulos principales de individuales.
Ahora, mientras Djokovic se encuentra solo entre sus contemporáneos con un sin precedentes 24 títulos de Grand Slam, contempla el impacto emocional de los posibles retiros de sus rivales. Aunque puede que no clasifique sus relaciones con Federer y Nadal como amistades, hay una profundidad innegable en su conexión, arraigada en el respeto y la historia compartida.
Con Rafael Nadal ahora preparándose para unirse a Federer en el retiro, el mundo del tenis observa de cerca. A medida que Djokovic consolida su legado como posiblemente el Mejor de Todos los Tiempos (GOAT), sus reflexiones sirven como un recordatorio del espíritu perdurable de la competencia que ha definido una era del tenis como ninguna otra.