En un llamamiento diplomático de alto riesgo, el Primer Ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, ha hecho una solicitud directa al presidente de EE. UU., Joe Biden, instándolo a conceder clemencia y liberar a la Dra. Aafia Siddiqui, la neurocientífica paquistaní que cumple una condena de 86 años en Estados Unidos. La carta de Sharif, datada el 13 de octubre, destaca las preocupaciones humanitarias en torno al deterioro de la salud mental y física de Siddiqui, citando el potencial de autolesionarse. Sharif presionó a Biden para que utilizara sus poderes presidenciales y mostrara “un acto de bondad” que resonaría con millones de paquistaníes, para quienes Siddiqui se ha convertido en un símbolo de la injusticia percibida.
La Dra. Siddiqui, a menudo llamada «La Dama Gris de Bagram», fue condenada en 2010 por intentar matar a funcionarios estadounidenses en Afganistán. Su caso ha provocado años de protestas públicas en Pakistán, donde es vista en gran medida como una víctima de encarcelamiento injusto y maltrato por parte del gobierno de EE. UU. Las protestas estallaron en todo Pakistán tras su condena, con muchos exigiendo su repatriación. Su hermana, la Dra. Fowzia Siddiqui, ha sido una defensora abierta de su liberación, visitándola regularmente en una prisión federal de Texas y presentando peticiones en el Tribunal Superior de Islamabad.
El apelación se produce en un momento en que Pakistán enfrenta una creciente presión por parte de sus ciudadanos para asegurar la liberación de Siddiqui, ya que su encarcelamiento se considera un punto de tensión en las relaciones entre EE. UU. y Pakistán. En la corte, el gobierno paquistaní presentó la carta como evidencia de sus esfuerzos diplomáticos en curso para traer a Siddiqui de regreso a casa. El Tribunal Superior de Islamabad había solicitado previamente un informe completo sobre los esfuerzos del gobierno para negociar su liberación, lo que convierte esta carta en un desarrollo significativo en el caso.
El movimiento de Sharif representa el intento más serio de Pakistán para traer a uno de sus ciudadanos de vuelta a casa desde la detención en EE. UU., pero el desafío sigue siendo formidable. EE. UU. ha mantenido durante mucho tiempo que la condena de Siddiqui se basó en pruebas sustanciales, incluyendo sus supuestos vínculos con al-Qaida, una conexión que se complica aún más por su matrimonio con Ammar al-Baluchi, el sobrino del cerebro de los atentados del 11 de septiembre, Khalid Sheikh Mohammed. Aunque el gobierno de Pakistán ha argumentado que se deben proteger los derechos de Siddiqui como ciudadana, la complejidad de su caso, incluidos sus vínculos con los esfuerzos antiterroristas, dificulta las negociaciones.
Los expertos legales están divididos sobre la probabilidad de éxito. Mientras que Pakistán podría apelar al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas, que destaca la protección de los ciudadanos detenidos, EE. UU. no tiene ninguna obligación legal de liberar a Siddiqui. Tanveer Akhtar, un abogado senior en la Corte Suprema de Pakistán, señaló que cualquier liberación estaría a discreción de Biden, considerando preocupaciones más amplias de política exterior y seguridad. «El presidente Biden sopesaría no solo las preocupaciones humanitarias, sino también la narrativa más amplia de la lucha contra el terrorismo al decidir si indultar o conmutar la sentencia de Siddiqui», dijo Akhtar.
La carta de Sharif también vuelve a poner el foco en las complejas relaciones geopolíticas entre EE. UU. y Pakistán, que han estado moldeadas por años de esfuerzos antiterroristas, alianzas militares y tensiones diplomáticas ocasionales. Liberar a Siddiqui sería visto como una victoria diplomática significativa para Pakistán y podría ayudar a reconstruir la confianza entre las dos naciones, pero también podría ser controvertido dado los cargos en su contra y su asociación con figuras extremistas.
Fowzia Siddiqui, la hermana de la neurocientífica, se mantiene esperanzada, calificando esto como el «primer paso serio» en años hacia la liberación de su hermana. Ella instó al gobierno paquistaní a intensificar sus esfuerzos, sugiriendo que delegaciones de ciudadanos paquistaníes hagan un llamado directamente al gobierno de EE. UU. y animando a los paquistaníes a escribir cartas al presidente Biden, abogando por el regreso de Aafia Siddiqui.
En Pakistán, Aafia Siddiqui es vista tanto como una causa nacional como una víctima de la dura justicia estadounidense, y su caso continúa alimentando debates sobre el derecho internacional, los derechos humanos y las relaciones diplomáticas. A medida que aumenta la presión sobre la administración de Biden para responder a la solicitud de Pakistán, el caso de Aafia Siddiqui vuelve a ocupar el primer plano, destacando el delicado equilibrio entre el humanitarismo y la seguridad nacional. Cómo responderá Biden, si es que lo hace, sigue siendo incierto, pero los ojos de ambas naciones están firmemente fijados en este próximo capítulo en las relaciones entre EE. UU. y Pakistán.