Con estas escalofriantes palabras, Vladimir Putin hizo sonar la alarma por un cambio sísmico en el poder global en la cumbre de BRICS. Albergando a 36 países en Kazán, el presidente ruso declaró que el ‘nuevo orden mundial’ que Rusia anhela desde hace tiempo ya está en marcha. Esta audaz declaración es la última en la incansable búsqueda de Putin por remodelar el mundo, uno donde el dominio occidental se desmorona y una nueva estructura de poder, liderada por naciones emergentes como Rusia y China, toma forma.
Pero no pienses ni por un segundo que esto es solo retórica política: Putin tiene un plan. Está utilizando plataformas como BRICS para reunir apoyo para su visión de un mundo «multipolar», un sistema donde EE. UU. y Europa ya no marcan el rumbo. No es un secreto que Moscú ha visto durante mucho tiempo la influencia occidental como opresiva, y ahora, con la guerra en Ucrania como telón de fondo, Putin está presionando por un realineamiento global. Está pintando la invasión de Ucrania por parte de Rusia como una guerra santa, parte de una lucha existencial más amplia contra lo que sus aliados ultranacionalistas describen como el «mal absoluto» del liberalismo occidental.
Sin embargo, la retórica incendiaria de Putin no está quedando sin respuesta. Ucrania, que continúa luchando por su supervivencia, afirma que Rusia no logró obtener un apoyo significativo para su guerra en la cumbre. Aunque Putin puede haber esperado influir en el Sur global, países como Brasil e India supuestamente le han instado a buscar la paz. De hecho, el gobierno ucraniano ha declarado con confianza que la «mayoría mundial» todavía está del lado de Ucrania, dejando a Rusia cada vez más aislada.
Sin embargo, BRICS sigue siendo una fuerza poderosa, expandiéndose rápidamente y buscando desmantelar la dependencia del dólar estadounidense. Para Putin, esta cumbre es más que una reunión—es una declaración. El mundo, según él, está cambiando, y Rusia planea estar al mando de este nuevo orden, le guste o no al Oeste.