En una escalada sorprendente de las tensiones globales, se informa que el presidente ruso Vladimir Putin está suministrando a los militantes hutíes de Yemen datos de orientación satelital, lo que les permite atacar buques de carga británicos y estadounidenses que navegan por las aguas volátiles del Mar Rojo. La inteligencia reportada por el Wall Street Journal afirma que Rusia, canalizando datos a través de la Guardia Revolucionaria de Irán, está empoderando a los hutíes para que apunten a los barcos occidentales con una precisión sin precedentes, creando una “zona de terror” marítima en una de las rutas comerciales más transitadas del mundo.
El estrecho de Bab el-Mandeb en el Mar Rojo, un estrecho tramo de 20 millas conocido como la “Puerta de las Lágrimas”, es una arteria crítica donde aproximadamente el 12% del comercio global fluye, conectando el Mediterráneo con el Océano Índico. Desde el 7 de octubre, los hutíes han lanzado una serie de ataques coordinados, alineándose supuestamente con Teherán y grupos palestinos tras el reciente aumento de la violencia en Gaza. Imágenes de un ataque reciente muestran un dron hutí explotando en un petrolero británico, marcando el último de una serie de asaltos audaces a embarcaciones internacionales.
El año pasado, los militantes hutíes sorprendieron a la comunidad internacional al apoderarse del buque británico Galaxy Leader en un audaz asalto en helicóptero. La frecuencia y la intensidad de los ataques hutíes han aumentado, y con la supuesta asistencia de Putin, la campaña de los hutíes amenaza con desestabilizar por completo el comercio global en el Mar Rojo. Esta colaboración señala la creciente alianza de Rusia con Irán, ya que ambas naciones aprovechan cada vez más su influencia a través de intermediarios, desafiando a las potencias occidentales en múltiples frentes.
En medio de los ataques en aumento, los funcionarios de defensa europeos advierten que la alianza de Putin con los hutíes, designados como un grupo “terrorista global” por EE. UU., podría ser un intento calculado de avivar el caos más allá de las fronteras de Ucrania, extendiendo el alcance de Rusia en el Medio Oriente. Los gobiernos occidentales están en alerta máxima, ya que la posibilidad de una cooperación ruso-iraní amenaza con profundizar las hostilidades.
Sin embargo, Putin desestimó las acusaciones de que su involucramiento está sembrando inestabilidad en todo el mundo, afirmando recientemente que “Occidente ha traído estas crisis sobre sí mismo.” Mientras tanto, las fuerzas hutíes han señalado que no cederán, con sus tropas supuestamente alentadas por el respaldo de Putin y la tecnología sofisticada de Irán.
A medida que la sombra de Putin se cierne sobre el Mar Rojo, surgen preguntas sobre un conflicto más amplio: ¿Se verá Occidente obligado a actuar de manera decisiva contra las provocaciones de Rusia, o la alianza de Putin continuará sin control, interrumpiendo el comercio global y poniendo a prueba los límites de la determinación occidental? En este juego de poder de alto riesgo, el Mar Rojo se ha convertido en un punto crítico con implicaciones que podrían afectar el comercio y la seguridad internacional en todo el mundo.