“Toda la máquina de guerra de Putin está en tiempo prestado”, advierte un informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), señalando la intensa presión económica que empuja a Rusia cada vez más cerca de un abismo económico. Los crecientes costos militares y una urgente necesidad de mano de obra han dejado a la economía rusa al borde, con expertos dudando de si el presidente Vladimir Putin puede sostener la guerra por mucho más tiempo sin colapsar el sistema que la apoya.
El análisis alarmante de ISW, respaldado por información de The Washington Post, destaca que el elevado gasto militar de Rusia—destinado a alimentar tanto la fuerza de combate como el crecimiento económico—ha creado una situación que roza el sobrecalentamiento financiero. Las empresas rusas están atrapadas en un ciclo desesperado de aumento de salarios para mantenerse al día con los altos pagos militares, mientras intentan retener una fuerza laboral que se está reduciendo rápidamente. Incluso la jefa del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina, ha lanzado la alerta, advirtiendo que los recursos de Rusia—tanto en mano de obra como en producción—están estirados “casi hasta el punto de quiebre.”
En una carrera por mantener un flujo constante de soldados en el frente, las autoridades regionales están endulzando los tratos con enormes bonificaciones únicas para cualquier recluta dispuesto. Cada mes, se necesitan casi 30,000 nuevos soldados para cubrir las filas del frente, pero los costos de este enfoque se están volviendo difíciles de ocultar. Rusia ha recurrido a lo que los analistas de ISW llaman “crypto-movilización”—reclutamiento indirecto y un constante aumento de incentivos—para evitar una movilización a gran escala que podría desestabilizar políticamente al régimen. Para Putin, la movilización abierta sería arriesgada, obligándolo a elegir entre el frente y el hogar.
El reciente despliegue de soldados norcoreanos en suelo ruso subraya cuán desesperada se ha vuelto la situación. Las tropas de refuerzo de Pyongyang, estacionadas en la región de Kursk, son solo la última señal de la crisis de mano de obra en Rusia, con analistas del ISW advirtiendo que el “sistema de generación de fuerzas de Putin apenas se mantiene”. La economía rusa, llevada al límite por este consumo masivo de hombres y material, ahora enfrenta lo que el ISW llama un “punto de agotamiento”, un umbral de ruptura que podría venir acompañado de graves repercusiones sociales y económicas.
Aunque la economía rusa se ha adaptado bajo la presión de las sanciones, logrando evitar un colapso total, se espera que la tensión golpee con fuerza en los próximos dos a tres años, según el Comisionado Europeo Paolo Gentiloni. A medida que las sanciones occidentales continúan apretando, y a medida que el embudo de gasto de Putin crece insaciablemente, Rusia enfrenta una espiral económica potencialmente irreversible que podría redefinir toda la estrategia de Putin—o, advierten algunos, poner en peligro su gobierno.
Las fuentes de este artículo incluyen informes del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), The Washington Post y declaraciones del Banco Central de Rusia.