A medida que la carrera presidencial en EE. UU. entre Donald Trump y Kamala Harris se intensifica, una cosa es segura: Taiwán sigue siendo el verdadero polvorín geopolítico. Según los expertos, el Estrecho de Taiwán seguirá siendo uno de los puntos de conflicto más peligrosos del mundo, sin importar quién asuma la presidencia en la Casa Blanca.
Las apuestas son más altas que nunca, con los compromisos de EE. UU. de defender a Taiwán chocando de frente con las crecientes ambiciones militares de China. Los analistas advierten que en los próximos cuatro años, las tensiones podrían escalar aún más, planteando un mayor riesgo de guerra entre EE. UU. y China. Tanto Trump como Harris han señalado posiciones firmes, pero quien gane enfrentará el desafío de mantener un delicado equilibrio: apoyar a Taiwán sin desencadenar un conflicto total.
Con el papel crítico de Taiwán en la producción global de semiconductores y su ubicación estratégica, el mundo entero tiene un interés en este drama de altas apuestas. A medida que ambas superpotencias continúan mostrando su poderío militar, el Estrecho de Taiwán seguirá siendo un punto focal de incertidumbre geopolítica y potencial crisis.